El estrés y las Personas Altamente Sensibles (PAS)
Hoy en día es frecuente que mucha gente esté estresada en su vida diaria, incluso algunos niños y mascotas. Y esto, por muy habitual que nos resulte, de ninguna manera debe parecernos ‘normal’, ya que sabemos que un alto nivel de estrés o un estrés sostenido en el tiempo es muy perjudicial para cualquier ser vivo.
Como Personas con Alta Sensibilidad (PAS) solemos estresarnos más rápido y de manera más intensa que otras personas a causa de nuestra mayor sensibilidad y reactividad a los estímulos.
Por eso es importante que podamos identificar y regular las situaciones que nos sobreactivan, nos estresan y nos perjudican, comprendiendo los mecanismos involucrados en ellas y aprendiendo estrategias saludables para gestionarlo de una forma saludable.
Hablemos de estrés
El estrés, por sí mismo, no es malo; al contrario, es un mecanismo muy útil de supervivencia que poseemos todos los seres vivos. Es una respuesta natural de alerta que se activa cuando percibimos (consciente o inconscientemente) una situación como amenazante o por encima de nuestras capacidades. Dicha respuesta pone en marcha una serie de acciones específicas que nos impulsan hacia la ‘huida o la lucha’, es decir, que nos permiten evitar la situación o bien hacerle frente de la mejor manera posible.
Por eso, diremos que es imposible una vida sin estrés, en tanto que siempre hay desafíos con más o con menos dificultad que nos ponen a prueba y que debemos afrontar.
El problema surge cuando esa respuesta deja de ser meramente puntual y adaptativa y se convierte en un ‘estrés crónico’ (sostenido en el tiempo) que desestabiliza seriamente el equilibrio psicofísico y deteriora la calidad de vida. Muchas PAS sufren a causa de ello y es necesario atenderlo para que no empeore.
El mecanismo de sobreactivación en las Personas Altamente Sensibles
Por lo general, las PAS somos más perceptivas y empáticas y solemos ser conscientes de detalles que otras personas no notan, pudiendo sentirnos abrumadas más fácilmente por lo que vivimos.
El sistema nervioso de las PAS capta y procesa mucha información simultáneamente, por lo que rápidamente puede activarse en exceso, saturándose y perdiendo su capacidad de regulación. Lo habrás experimentado en diversas situaciones: espacios ruidosos, multitudes, prisas, fiestas, malas noticias, sitios desconocidos, tareas importantes, viajes, entornos exigentes, toma de decisiones, etc.
Cuando hay demasiado que procesar, es normal que una PAS se sienta sobrepasada y abrumada. El organismo está, por tanto, estresado y se disparan las respuestas naturales ante ello: inquietud, malestar, palpitaciones, irritabilidad, nerviosismo, sensaciones de incomodidad y una gran necesidad de huir o de que esa situación finalice, lo cual es un mecanismo auto-regulador para volver a equilibrar el organismo.
Causas de estrés en la vida de las Personas con Alta Sensibilidad (PAS)
Como hemos visto, el organismo PAS se estresa rápidamentecuando está expuesto a más información de la que puede procesar. Vamos a verlo en detalle.
Factores estresantes más habituales en Personas Altamente Sensibles:
- Entornos con exceso o variedad de estímulos simultáneos: luces, ruidos, aglomeraciones, calor o frío extremos, ropa incómoda, olores fuertes, etc.
- Estrés interpersonal: interacciones sociales, conflictos, tensión en relaciones, exposición social, sufrimiento ajeno, eventos estimulantes, etc.
- Estar bajo presión: sentirse observado, evaluado, mucho que hacer en poco tiempo, adaptación a nuevos contextos, etc.
- Exceso de responsabilidades: hacer más de lo que toca, estar al cuidado de otros, entornos demasiado exigentes, no poner límites, etc.
Además, vivimos en un mundo muy estimulante, veloz y demandante, del cual recibimos diariamente muchísima información, que con frecuencia no podemos (o no sabemos cómo) frenar o filtrar, y que nos genera una sobreactivación constante, de la cual a veces ni somos conscientes.
La exposición forzada o continuada a cualquiera de estos estresores puede producir en las PAS una sensación muy intensa de saturación sensorial, mental y/o emocional, que si se sostiene en el tiempo da paso a un estrés crónico, cuyas consecuencias veremos a continuación.
Consecuencias de una vida estresada
Te sorprendería saber la enorme y variada cantidad de señales del estrés crónico, debido a que afecta al organismo en su totalidad.
Las hormonas del estrés (cortisol y adrenalina, entre otras) resultan tóxicas para el cuerpo si permanecen demasiado tiempo en el torrente sanguíneo, generando desequilibrio, inflamación y una bajada del sistema inmune, con algunas de las siguientes consecuencias:
- Alteraciones en funciones vitales (respiración poco profunda, palpitaciones, mala digestión, insomnio, tensión alta, desarreglos hormonales, alteración de la glucosa)
- Dificultades cognitivas (fallos de memoria, desconcentración)
- Irritabilidad (cambios de humor repentinos, enfadarse o reaccionar explosivamente)
- Nerviosismo (sensación de urgencia, inquietud constante)
- Dolores sin motivo (contracturas, tensión mandibular, dolores de cabeza)
- Hambre excesiva o falta de ella, dolor de estómago, gases
- Dificultades sexuales
- Piel más sensible (picores, brotes de acné, de rosácea, herpes)
- Desmotivación (apatía, todo parece complicado)
- Episodios de rinitis y alergias, resfríos recurrentes
- Cansancio (fatiga, agotamiento, levantarse mal descansado)
Si te identificas con alguno/s de estos signos, evalúa su magnitud y duración. Si son intensos y/o los padeces desde hace tres o más semanas, podrías estar ante un estado de estrés crónico que debas atender.
Estresores internos y ansiedad
Es necesario saber que el estrés no solo se puede producir por factores externos, sino también por factores internos emocionales y psicológicos que generan desgaste y agotamiento emocional y mental, junto a una profunda sensación de falta de recursos, que hace percibir las dificultades de la vida aún más complicadas y estresantes.
Principalmente, hablamos de sentimientos reprimidos y emociones mal gestionadas, necesidades insatisfechas, creencias y pensamientos negativos y traumas o vivencias difíciles del pasado.
En muchas ocasiones estos elementos son centrales en la ansiedad, una afección de salud mental que afecta cada vez a más personas, entre ellas a muchísimas PAS.
La ansiedad es una preocupación anticipada, miedo o gran inquietud ante un peligro potencial, incluso cuando no hay una amenaza clara o inmediata. Tiene principalmente un componente mental (pensamientos catastróficos, miedos, especulaciones, sobreanálisis) que dispara respuestas emocionales intensas y un estado de alerta en el cuerpo, el cual mantiene el sistema nervioso simpático constantemente activado por ‘algo malo que puede pasar’, aunque eso no esté ocurriendo o no se sepa con exactitud a qué se teme.
A veces deriva de la exposición a una situación de estrés muy elevado que ya pasó o bien está causada por un estrés crónico mal gestionado. Otras veces, requiere profundizar terapéuticamente en las causas internas que lo generan, para poner remedio.
Estrategias para manejar el estrés para Personas con Alta Sensibilidad
Afortunadamente, existen diversas estrategias que como PAS puedes adoptar para evitar el estrés o manejarlo cuando sea inevitable, cuidando de tu bienestar emocional y físico. Comparto contigo algunas de las más efectivas:
- Conoce tus límites: Aprende a identificar cuándo te estás sobresaturando. La irritabilidad y la fatiga te indican que es mejor descansar, parar esa actividad o decir que ‘no’ a algo. Para eso puede ser interesante practicar la comunicación asertiva.
- Practica la atención plena: Instalar un hábito de contemplación, respiración consciente, mindfulness o meditación te ayudará a mantenerte en el presente y reducir la sobreestimulación cotidiana.
- Busca el equilibrio: Conócete lo suficiente para identificar qué te hace bien y qué no. Puedes hacer algo estimulante. Solo debes saber cuándo parar o es ‘demasiado’ para ti, y así poder disfrutar a tu manera. Para ello puedes ver esta entrevista en YouTube sobre cómo conectar con el cuerpo y sus necesidades.
- Respeta tu ritmo: Es importante que te des permiso para vivir a la velocidad que realmente puedes y te sienta bien. Evita la multitarea. Es estresante y disminuye la calidad y satisfacción en lo que haces.
- Establece rutinas de autocuidado: Incorpora hábitos que cuiden tu salud, como ejercicio, alimentación saludable, pausas frecuentes, descanso, actividades placenteras. Crea un espacio a solas y tranquilo para ti donde poder repararte.
- Selecciona tus compañías: Intenta rodearte de personas que te apoyen y respeten tu sensibilidad. Hablar con alguien de confianza que sepa escuchar y animar es una manera efectiva de gestionar las dificultades.
- Busca ayuda terapéutica: Si vives algo difícil o está comprometida tu calidad de vida, no dudes en consultar con profesionales de la psicología especialistas en alta sensibilidad para que puedan orientarte en las soluciones que mejor se adapten a lo que necesitas.
Recuerda que es natural sentir estrés en algún momento, pero las PAS tenemos una mayor sensibilidad al entorno y a los estímulos, tanto externos como internos, por lo que debemos saber identificar a tiempo las señales de activación y sobresaturación y aprender a gestionar nuestra sensibilidad al estrés de la mejor manera posible.
Andrea Mónaco
Psicóloga colegiada y Coach
Especialista en Personas Altamente Sensibles
En Instagram: @andreamonaco_psicologa
Bibliografía:
- “El don de la sensibilidad”, Elaine Aron
- “Dejar ir”, David Hawkins
- “Estrés, sufrimiento y felicidad”, Daniel López Rosetti
Foto de Sonja Langford en Unsplash
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